Cuando nuestros hijos están pequeños, descubrimos que no hace falta mucho para que el juego suceda. A veces, basta un rincón de casa, un PlayMat, un par de juguetes sencillo y listo, su imaginación hace el resto.
El juego es mucho más que un momento para distraerse. Es su forma de entender el mundo, de mover su cuerpo, de expresar lo que sienten. Cuando un niño juega, crece en todos los sentidos: física, emocional y socialmente. Y nosotras, como mamás, tenemos la oportunidad de darles ese espacio mágico en donde se sientan libres, seguros y felices.
Crear un espacio de juego en casa no tiene que ser complicado ni perfecto. Lo importante es que sea suyo, un lugar donde puedan explorar a su ritmo y sentirse libres.
Elige un rinconcito que reciba luz natural, pon un PlayMat para que estén cómodos, y deja a la mano materiales que inviten a moverse, construir, pintar o simplemente imaginar. A veces una caja llena de bloques, libros, o unas tarjetas de CardTivities son todo lo que necesitan para inventar sus propias aventuras.
Sabemos que el desorden es parte natural del juego... donde hay imaginación, hay piezas por todos lados. Y está bien así, y también es una gran oportunidad para enseñar hábitos positivos. Puedes incluir el momento de recoger como parte del juego, convirtiéndolo en un cierre divertido donde ellos mismos participen y aprendan a cuidar su espacio. Porque jugar y ordenar también puede ser parte de la misma aventura.
Si puedes, incluye algo de naturaleza: unas plantas, piedras, ramas, hojas… acercarlos al verde siempre trae calma y despierta su curiosidad.
A lo largo del tiempo hemos visto que los espacios de juego no solo los ayudan a ellos, también nos regalan a nosotras momentos de conexión, risas y recuerdos que se quedan para toda la vida. Un rincón pequeño, creado con amor, puede convertirse en su lugar favorito para soñar, aprender y crecer.
¿Te animas a crear un espacio de juego en casa? 🌿✨